martes, 4 de agosto de 2015

SR. GUTIERREZ


El Sr. Gutiérrez es mi jefe, pero podría bien ser el jefe de tantas y tantas otras chicas de oficinas de España, porque es un jefe de libro, y si bien en otra ocasión dediqué un artículo a un jefe del pasado, titulando el escrito: “el jefe bueno”, como algo poco común, sino más bien como algo exótico, ahora debería titularlo “el jefe malo”, horrendo y torrentiano.

Ya les digo que no le falta detalle alguno para ser ilustración en el Espasa Calpe de la entrada “jefe”. Viene a la oficina ya bien entrada la mañana y se empeña el resto del día en esa seria de tareas propias del puesto, improductivas, costosas para la empresa y harto puñeteras para el resto de empleados.

Su lugar es calentar su enorme sillón de piel jugando al solitario o buscaminas las más de las veces, y ocasionalmente visitando páginas porno para alegría del ojo y de un vetusto miembro que se resiste a su natural declive a golpe de viagra. De vez en cuando, muta el calentar el cuero por la fría loza del escusado, con ABC en mano para amenizar la espera y la dilatación de esfínteres.

Luego es también de habitual en sus maneras, los almuerzos con colegas de su parejo discurrir parasitario o con clientes a quienes sacar el jugo. 




En sus ires y venires a reuniones varias no faltan las llamadas en las que se interesa de novedades como si él fuese a resolver cualquier contratiempo que se presentase, cuando mas bien es él el que provoca tales problemas mas que darles tajo.

No puede faltar en la tipología de este tipo de individuos el mirar lascivo, el trato machista, el tráigame un vaso de agua y la racanearía a la hora de subir ya sean 20 euros el sueldo.

El Sr. o Sres. Gutiérrez suelen vestir de traje, salvo cuando es víspera de festivo o cuando se van de vacaciones, y hacen una pase fugaz por la oficina para exhibir sus vaqueros como dando constancia de que ellos alcanzan también a asumir roles más bajos, en un falso intento de acercarse a la masa proletaria.

A veces, dan fe de su condición humana, además de por las visitas a la pornografía virtual, por la exteriorización de maneras un tanto vulgares procedentes de digestiones difíciles o sistemas gastrointestinales rebeldes; mientras una no puede dar crédito, sumida por el asombro, a lo que oye o intuye oler, pero se calla por temer más por la vergüenza propia, que por la carente que el susodicho se gasta.

Están ausentes a la hora de motivar, felicitar o premiar el trabajo bien hecho, el esfuerzo diario y por el contrario tienden a tener mayor facilidad por reprender ante el ocasional fallo, aún cuando la carga laboral es superior a lo que el tiempo limitado permite desarrollar.

Sienten el derecho de ser servidos sin excusas, ni demoras, dando como razón el dinero que se sacan de su bolsillo para costear tu sustento, que siempre encuentran justo. Más que nada, porque cada céntimo que te arrojan, es uno que se quitan ellos de sus henchidas carteras.

El trato suele ser impersonal y de usted, para no inmiscuirse en uno más cercano que diera pie a crear unos incómodos lazos fraternales fraguadores de compromisos y situaciones embarazosas, y que dificultasen un despido a la hora y lugar en el que a ellos les apetezca.

El Sr. Gutiérrez, a fin de cuentas, es un tipo como tantos otros jefes de este maldito mundo corrupto hasta el tuétano, sin un ápice de humanidad y podrido por la ambición desmedida y el vil metal.

Que el diablo les coja confesados, ya que los que andamos bajo el yugo de estos tiranos no podamos hacer otra justicia que la de ponerles de hoja de perejil con burlas entre compañeros de sufrimiento, ...o al menos por el momento, ya que otros días amanecerán, en las que pinten otras cartas.

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