martes, 4 de agosto de 2015

AMOR DE MASAS


Paseando a mi perro, por el parque, y pensando en el amor, me he topado con una pareja de ancianos que iban entrelazados del brazo. Octogenarios, próximos a los noventa quizá. Iban tiernamente cogidos, caminando muy despacio, pequeños de estatura al igual que un diminuto perrillo que les seguía. De la misma manera de avanzada edad el can. Iba el chucho sin atar, pero unido a ellos por un lazo de lealtad y fidelidad tan fuerte como el que la pareja de ancianos exhibía.

Me he topado con la respuesta. Así de bruces. Eso es el amor. Esas tres figuras juntas lo son. Me he imaginado que la pareja llevaría toda la vida juntos. Aguantando decenas de inconvenientes, de pesares. Habrán convivido y compartido penas y alegrías, y a pesar de todas las zancadillas que la fortuna haya puesto en su camino, ahí siguen paseando cogidos del brazo, exhumando un amor tan grande que les sobra para atraer a la pequeña criatura que les sigue sin necesidad de correa ninguna.
Y quién busque otra cosa, está perdiendo el tiempo. Quién crea que el amor son las historias que cuentan en las películas se pierde. Historias llenas de rosas y pasión.

Hoy en día, las páginas de Internet para conocer gente con la que entablar una relación amorosa son todo un éxito. Abundantes y variadas. Vivimos inmersos en la individualidad y el egoísmo, y pretendemos encontrar alguien que nos aporte toda esa maravilla que se supone que existe, pero sin dar nada a cambio. Sin bajar un peldaño de nuestra comodidad, sin desprendernos un ápice de nuestros deleites, pretendemos ser ungidos con la dicha del amor verdadero. Y así, bajo esta fórmula egocéntrica sólo encontramos mercadería de intercambio de personas. Placer rápido y sin compromiso. Satisfacción exprés que deja el cuerpo lleno, pero el corazón vacío.

Buscando la perfección de un amor platónico, nos conformamos con baratijas, cambiando de individuo con una mecanización en las relaciones interpersonales que despojada de toda humanidad. Es el amor de masas, donde cada uno acaba por fundirse en el grupo y deja de ser, de sentir. Se banalizan las emociones. Se pierde todo significado.

 Esta noche. Que es sábado. Múltiples parejas se entregarán a prácticas sexuales variadas y aprendidas, casi impuestas en esta sociedad de consumo, donde lo material y la cantidad prima. De manera compulsiva se buscarán unos a los otros. Gente buscando gente en la que ahogar la soledad y el vacío. Deseando el encuentro con alguien que nos haga sentir grandes, eternos. Pero sólo unas pocas personas elegidas, tendrán la suerte de entrelazar sus manos y sentir calor. Sentir el alma llena y plena. Sentirán la dicha de la felicidad cotidiana, del caminar lento cogido del brazo.

Y yo a mi edad, en la que quizá debería estar soñando con un cuerpo hercúleo que me desmembrara a puro de embistes contra el colchón, sueño, y añoro, un brazo al que asirme, un compañero que aguante mis penas y yo ser capaz de aguantar las suyas. Y ser ambos dignos de ser seguidos por un perrillo fiel. Y así los tres deshojar los días de la vida, acompañados y seguros dirigirnos hacia el último umbral, sin miedo y con paz rebosando en el alma.

LA FUENTE DE LA MADUREZ



La madurez es un engaño, una treta en la que la mayoría caen, y por rabia someten al resto a que caiga también. Es como lo de la estampita, pero más sofisticado y extendido. Para que un engaño siga vigente durante tanto tiempo es necesario que pase de padres a hijos como una herencia, como un legado, haciendo que parezca algo necesario y justo. Yo ando a puertas de convencerme, pero no me acabo de fiar del todo. A veces es más fácil soportar los topetazos de la vida siendo eso que llaman maduro, y en otras las herramientas infantiles son las que te salvan de morir asfixiado o loco.


En mi pueblo. No. En el mío no. Mejor aún, en el de mis padres están cambiando cosas. Cosas de fuera. Me explico. Resulta que llevan unos años con subvenciones de esto y de lo otro, y se han puesto a remodelar la estética que ha sobrevivido a años de injurias y pesares. Así que empezaron por asfaltar las pocas calles, impidiendo así que mis pies se mancharan con el polvo rojo de la tierra que tiñó mis blancos calcetines de niña. Luego cambiaron las tenues luces de las farolas, que de noche permitieron los primeros besos a escondidas de adolescente; y ahora le ha tocado a la fuente, corazón del villorrio, alma de lo que han sido mis recuerdos más tiernos. Protagonista de tantas y tantas fotos estivales, en las que nosotros cambiábamos mientras que ella seguía perenne.


He sentido pena al saberlo. No me ha gustado un pelo que me quieran borrar a golpe de pico y pala lo que para mí es referente de ilusión, de paz y de calma. Cuantas veces bebí de sus caños, y cuantas historias a sus espalda contadas, vividas.


Ella vetusta y sobria, me ha visto crecer verano tras verano. Esperándome sola y triste en invierno, y recibiéndome generosa y fresca en el calor de agosto.


Primero mi arriesgado trepar para alcanzar sus caños, muy de chica, cuando las rodillas dolían llenas de costras al apoyarte en su pétrea piel. Más tarde vinieron las noches en vela, descubriendo que hay muchas más estrellas en los cielos oscuros y apartados, y que en silencio observándolas, se siente el alma dentro, como una madre el hijo en el vientre. No tardaron sus gélidas aguas en refrescar botellas de fiestas, jolgorios y risas. Y cómo no, fue la que guardó el secreto de confidencias, de los primeros amores, esos que te descubren un mundo nuevo de placer y pesar intensos.


Pues esa fuente es la que me quieren quitar, porque resulta que han decidido que otra nueva estaría mejor, con un diseño más moderno. Una composición más “minimalista”, sin pilón a la espalda, porque a falta de qué tal estorbo si ya el ganado que en él abrevaba ya no está ni criando malvas. Y aunque ya hace grietas, eso de la restauración no es cosa de mentes iluminadas, y mejor cortar por lo sano, tirarla entera y poner un su lugar una de esas que hay de tantas en mil sitios. De esas sin años, sin pasado, sin recuerdo.



Es un complot contra mí, a fuerza de ponerme cada vez cada vez más contra las cuerdas, y sin referentes de mi niñez me van a dejar abandonada en las garras de la madurez, para que me entregue sin oponer resistencia. ¿Y qué hacer cuando eche la vista atrás, y no la vea así nítida, cantarina, cuando pueda oír el chaporreteo del agua salpicando en la piedra? ¿Qué haré cuando vaya en su búsqueda y no la halle? Sólo en mi memoria permanecerá eterna, viéndome sobre ella los pies descalzos sin más que hacer que contemplar el monte. Ese trozo de piedra pulida por el paso del agua es el vestigio de mi infancia; y si la madurez me acaba por vencer, no me cogerá antes de haber luchado fiera contra ella, y aún así, quizá me guarde una baza, una carta, y cuando vea a la nueva, me sentaré a sus vera, y una de esas noches, de verano, cuando el cielo parece el refugio más seguro y la luna anda recia, la hablaré de bajito y la contaré mis historias de antaño, cuando la fe es ciega y las fauces del desengaño andan lejos y no sabes de ellas, cual de los fantasmas, más que por dichos, más que por leyendas.






MANIFIESTO DE VIDA


Hoy día 26 de octubre de 2009 hago una importante promesa para mí misma. Hoy me digo a mí misma que quiero vivir, quiero quererme y cuidarme por encima de todas las cosas. Que no querré a nadie por encima de mí, y no permitiré que nadie me dañe bajo mi consentimiento. Si alguien me quiere, tendrá que aprender a respetarme y a cuidarme, y no entenderé otras maneras de amor que no sean esas. Hoy digo, que si la vida me da la oportunidad de seguir respirando, voy a explotar cada uno de los días en los que amanezca. Voy a perseguir mis sueños y voy a sacar a la luz mi manera de ser, de pensar. Pondré en práctica la saludable actitud de disfrutar de lo que me gusta, de explorar lo más recóndito de mi personalidad. Sacaré mi carácter, y lo haré grande para no dejar nunca más que pisen mi terreno, mi espacio, mi tiempo, mi felicidad. Si tengo que alejar a gente por mí querida de mi lado, así lo haré, porque aunque yo les aprecie, eso no significa que ellos sepan quererme y cuidarme a mí. Dejaré, no obstante, siempre abierta la puerta del perdón y de la reconciliación, por si al final llegan a aprender la manera en la que hay que querer a la gente, pero ante la más mínima señal de recaída, volveré a apartarles de mí.

Dejaré claras, desde el principio, cuales son mis prioridades, y mis intenciones, no dando así lugar a pérdidas de tiempo, que tan sólo conllevan frustración y sufrimiento. Cada día de la vida cuenta, cada minuto y cada segundo. Cada pequeña decisión va formando nuestro destino, al igual que cada grano de arena constituye un camino. Es importante estar despierto ante las mil variantes que se nos presentan, porque de tomar unas u otras, depende que seamos más felices o más desgraciados. No es esto una propuesta al egoísmo absoluto, pues seguiré amando y cuidando, en medida de mis posibilidades, aquello que me rodee, ya sean personas, animales o cosas. El respeto universal seguirá formando parte de mis principios más preciados. Pero tomando ahora, mi ser, mi persona, como la primera, la primordial en mi escala de valores, convenciéndome, que sólo de esa manera podré ser totalmente efectiva en mi objetivo, que es el de amar la vida.

Espero, pues hoy, disponer de tiempo para rectificar, para iniciar un resto de mi vida largo y próspero. Porque hoy, digo, que quiero ser feliz, que quiero vivir, y creo haber descubierto, tras 36 años de vida, las herramientas para corregir aquello en lo que me equivoqué, para aprender de todo aquello que experimenté, para quedarme con lo bueno, y saber evitar los mismos errores. Hoy, pues, pido al cielo tiempo, porque hoy más que nunca me propongo vivir el 100% de mi vida.

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS


Somos una buena hornada los que venimos del baby-boom, de la década de los sesenta y setenta.  Tuvimos, siempre hablando en términos generalista, una infancia feliz. Hijos de la prosperidad, del crecimiento económico, de una época dorada en la que se pasó de las alpargatas al seiscientos. Fuimos educados bajo la tutela de los principios y los valores; de la generosidad a raudales, la moralidad, el buen rollo, la ética y el ecologismo. La abeja Maya, los ositos Jackie y Nuca, Félix Rodríguez de la Fuente,… por el lado mediático, y los profesores, que aún eran profesores, por otro, amén de los padres, enseñaban respeto, tolerancia, fidelidad y todas esas cosas que nos han convertido en una ingente masa de corderitos. Todo esto sería perfecto, sino fuese por un pequeño detalle, y es que, este mundo no es manso, sino más bien, territorio de lobos. Y por consiguiente, así nos va.


Yo estoy muy sorprendida, observando como nos dan una tras de otra, y vamos encajándolas de tal modo que parece que nuestro flexibilidad para tolerar tiranía no tiene límites. Pero lejos de reaccionar, ponemos la otra mejilla y seguimos adelante. Sin manifestarnos, sin luchar, sin quejarnos, sin patalear, sin chillar.


Otras generaciones han batallado para conseguir derechos que ahora disfrutamos, y habiendo llegado a cierto nivel de comodidad, en lugar de coger el testigo y seguir para adelante, nos hemos conformado y nos hemos tendido al sol. No se puede dormir en los laureles, porque siempre está el que aprovecha los descuidos para lucrarse, para enriquecerse a costa de los sacrificios ajenos. Para medrar gracias a las injusticias cometidas, y que nosotros permitimos que nos cometan. Y muy denunciable es el injusto, pero tanto o más lo es el que permite que se le agravie, y que se perpetre en él la fechoría, pues con esta actitud permisiva se contribuye activamente a la continuidad y engorde de la injusticia.


La mía generación, se ha hacinado en universidades y ha peleado duro para conseguir una formación que ahora no le reporta el beneficio esperado. Se ha tenido que conformar con sueldos irrisorios, con contratos precarios, con jornadas de sol a sol que no permiten una vida familiar conciliadora. Con puestos de trabajo por debajo de la cualificación. No. Además nos han puesto la vivienda a precio de oro, y nos han esclavizado de por vida a unas hipotecas que nos deja impotentes ante el abuso laboral.


Sin embargo, seguimos callados y pacientes, conformándonos con un viajecito en vacaciones y los partidos de la liga. Con unos trapitos en rebajas y los cotilleos de los programas basura. Y mientras, construimos una sociedad más vacía, infeliz, despojada de objetivos, de futuro, de principios, de libertad y de dignidad.


No soy belicista, no apelo a las armas, pero una manifestación, una denuncia, de vez en cuando, no nos vendría nada mal.  Romper la pasividad y la resignación corderil, y luchar simplemente por nuestros derechos, el derecho a una vivienda asequible, a un empleo digno, y a una vida más sana y cuerda.

No podemos seguir en silencio, porque con él asesinamos nuestro futuro. Callando nos convertimos en  presa fácil, en corderos listos para su depredación

LA IZQUIERDA DE ESPAÑA VIVE EN CHALÉ


He oído con frecuencia aquello de que “no hay más tonto que un obrero de derechas”, y si bien hay parte de razón en el enunciado, no deja de ser igualmente paradójico, incoherente y poco honesto la inversa, es decir “lo de el de izquierdas enriquecido”. Aunque quizá en este último caso, el sujeto no peque de tonto, sino más bien de todo lo contrario: de espabilado, de listo, de zorro y astuto. Pues no está mal eso de predicar igualdad y reparto de bienes, mientras que nos llenamos los bolsillos a manos llenas y practicamos el uso del lujo, el amase de bienes y la discriminación social.
 

Por lo general, huyo de la política, pues lo considero un engaño, es el arte del bien hablar, del embaucar al pueblo para llegar a un poder, y una vez sentados en él, corrompernos y aprovecharnos para el propio lucro, pero hoy hago una excepción por un hecho que me ha tocado la fibra. Les cuento.
 
Resulta que una niña bien cercana a mí, una criatura por mí quería, una pequeña de mi familia, va un colegio público, un colegio del municipio socialista de Getafe, y comparte pupitre con una hija de izquierdista concejala. Esta peque mía es hija de obrero humilde, de único sueldo en casa y por lo consiguiente economía modesta.
 
Pues bien, a lo que vamos. La susodicha señora, la madre roja, ostenta de monovolumen y abrigos mil, y a la hora de la charla mañanera a las puertas del colegio elige codearse con las mamás más acomodadas, haciendo un “sano cordón luppiano” a las que proyectan una apariencia más sencilla y a las menos pudientes del barrio.
 
Esto podría no dejar de ser una percepción subjetiva, sino se demostrase empíricamente con el hecho que el otro día se dio, y es el siguiente. La retoña de la comunista cumple años, y la mamá comunal no tiene mejor manera de festejarlo que invitando a casi todos los compis de su nena a una fiesta, y para ello, solidaria y fraternar ella, se persona en la fila de niños a su  entrada al aula y pone una invitación en las manitas de los pequeños quedando excluidos tres. Estos tres, precisamente, los que pertenecen a familias menos agraciadas por el don de la abundancia pecuniaria. Y este ritual elitista lo ejecuta sin la menor impunidad delante de los ojos de madres y pequeños, de invitados y de marginados. Me pregunto yo si esta señora le han explicado lo que significa ser comunista, lo que supone representar unas ideas que no lleva a cabo. Pero no me parece extraño la existencia de tales personajes, cuando en la vida pública, en los medios de comunicación aparecen continuamente ejemplos semejantes. Artistas y políticos que dicen defender una ideas que no practican.
 
Ante el dolor de tal marginación, y ante la perplejidad de tal incoherencia ya sabida, y repetida por otra parte, me pregunto yo el sentido de la política. Aunque la respuesta siempre es la misma. La verdad la nobleza, la bondad y las buenas personas no tienen color político, y lo mismo milita la sinvergüencería y la mentira en un partido de derechas que en uno de izquierdas.
 
Lejos de pedir justicia, porque ésta, la pobre, debe estar a puntito de extinguirse en nuestro planeta cual especia protegida, deseo un poquito más de honestidad a la hora de predicar y de militar en partidos. A la hora de representar a un pueblo, a la hora de pedir un voto, en el momento de vivir y lucrase, de enriquecerse de las arcas públicas, del dinero y del esfuerzo  de todos. Ser político debería ser algo más serio de lo que es. Y representar y defender una idea debería estar perseguido por la ley. Nadie y mucho menos los que tienen voz y prospección pública deberían alardear nada de lo que no son capaces de llevar a cabo.
 
No se es mejor ni peor por ser de derechas o de izquierdas. La calidad de una persona, de un ser humano la marca su honradez, su solidaridad, su legitimidad y su palabra. Las personas de verdad no tienen color. 


 Por lo que a la señora concejala comunista de la que hablé respecta, pedirle que al menos las hamburguesas del cumple sean de conejo casero y no de restaurante de imperio capitalista, y que le aprovechen.

 

VIVIR EN LAS NUBES


Vivir en las nubes es algo que no se lleva, que no vende, por lo tanto, no interesa.


Esta nuestra sociedad actual, la avanzada del siglo XXI en la que todo es comercio, ese lenguaje universal que a todos llega, está inundada por el consumismo más absoluto e irresponsable, por la competitividad más despiadada y del progreso desmedido a costa de lo que sea. Por todo ello, las actividades que aparentemente no reportan un beneficio material inmediato son desechadas como todo, como la mayoría de las cosas, de las personas, de los enseres que hoy en día son de vigencia muy limitada, de usar y tirar.


Pero paradójicamente, y en medio de esta vorágine en la que el ser humano acaba devorando su propia vida de manera absurda, de vez en cuando, se produce el milagro y se despierta una mente que se para a pensar, a reflexionar. Y lo mejor de todo, es que esa sola mente, es capaz de arrastrar a muchas otras, de zarandearlas, de despertarlas y sacarlas de su nocivo letargo.



Cada vez más son los que se descuelgan de este loco tiovivo frenético, que abandonan sus esplendorosos puestos de ejecutivos y marchan al más pequeño pueblo que puedan encontrar. Son privilegiados de ideas lúcidas que se dan cuenta del desperdicio que día a día hacemos de nuestra propia vida, de tan preciado don.


Estas personas quieren recobrar el sentido de saberse vivo, de sentirse dueños de su propio tiempo, y quieren recobrar la intensidad y el contacto con la realidad de lo que late, de lo que nos da el aliento.


Nunca el tiempo es perdido, y pasar una tarde entera observando como las nubes se deslizan por el cielo, descubrir formas en sus siluetas es de una productividad preciosa, certera y absolutamente verdadera.



Es difícil vender lo que es gratis, la puesta de sol, la conversación con el amigo, el silencio o simplemente la observación de nuestro hábitat, de lo que nos envuelve, de lo que llevamos dentro. Es difícil poner precio a lo que tiene un valor incalculable, a lo que no se puede poner en un escaparate, por eso, es desestimado por los charlatanes de carromato ambulante, que han acabado hincando sus siniestras garras en lo más hondo del sistema que rige los estados.


También es difícil, difícil y requiere una buena dosis de valentía el remontar el río, ir contracorriente e intentar recobrar lo que es nuestro desde nacimiento, el derecho a ser felices, a reír, a elegir libremente, a disponer de nuestro tiempo, pero poco a poco surgen pioneros intrépidos.


Últimamente se hacen más eco los movimientos a nivel planetario de “la desaceleración”, de la “simplificación de la vida”. Conceptos, como el consumo responsable, y el desarrollo sostenible se van abriendo camino tímidamente, pero de manera firme, en medio de los grandes debates, de las grandes reuniones. Ganan adeptos estas corrientes que dan la voz de alarma sobre lo que es necesario tener en cuenta para evitar una catástrofe silenciosa pero certera. No se puede dar a cambio del crecimiento económico continuo e ilimitado, la degradación del planeta o del propio ser humano.


Vivir en las nubes no es más que amarnos a nosotros mismos por encima de todo, es saber que es lo que realmente nos hace feliz, que es lo que verdaderamente necesitamos, y donde está el límite entre nuestra propia libertad y el respeto hacia los demás, hacia todo lo demás.

Imaginar una vida más natural, más humana no tiene porqué ser un sueño, no tiene porqué ser la cándida ilusión de unos pocos. Vivir en las nubes es posible, cada vez más posible.

MUERTE SILENCIOSA


Pobre Erika. Tan joven, con toda una vida por delante, con una hija de seis años,  y ya muerta. Porque ella misma ha querido, parece ser. Dicen que la causa ha sido el suicidio, ya que no había muestras de que hubiera participado nadie en su trágico final. Estaba al parecer sola. No hay que investigar ni detener por lo tanto a ningún sospechoso de crimen. Pero en esta parte ando un tanto en desacuerdo. Creo que todos estamos implicados. Entre todos la hemos sido inductores de este crimen hacia su persona.

Este caso lo hemos conocido comúnmente por lo popular del personaje, pero ella es el botón de muestra de una gran parte de la población, que crece cada año.


El suicidio es la tercera causa de muerte entre la población joven en España, y supera en muchas ocasiones a los fallecidos en carretera. Sin embargo, no se lanzan campañas, ni anuncios de precaución contra este peligro latente, sigiloso.

Cada año son más de 3.000 personas, las que en nuestro país (como parecido sucede en otros de los “desarrollados”)  toman esa fatal decisión, pero no se habla de ello más que en los congresos de psicología y psiquiatría.

 Seguimos relegando esta cuestión a los al rincón oscuro, al gueto de lo demencial, de lo marginado. Como algo que no nos va alcanzar nunca, porque nadie nos conciencia de ello, como hacen con el encendido del cigarro, o con lo del abrocharse el cinturón.

Nos creemos inmunes a este mal, porque al ser voluntario nos sentimos libres de la amenaza. Pero es su acecho, cauteloso, silencioso y el día en el que manifiesta sus síntomas, ya estamos tan acostumbrados a medio vivir y con el ánimo tan débil, que sin una férrea ayuda no escapamos a su embiste.

Parece ser que estas muertes no interesan, porque todos somos culpables. Habría que hacer un tremendo esfuerzo por preocuparnos por los demás, para combatir esta lacra de las sociedades, paradójicamente las más ricas en cuanto a dinero, que es la peste del abandono, y del mirar para otro lado mientras seguimos a lo nuestro mientras a nosotros no nos toque.


Cada vez que aplazamos una cita con un amigo porque tenemos cosas más urgentes que hacer, somos culpables, cada vez que oímos llorar a un vecino y no llamamos a su puerta para saber qué le pasa, somos cómplices, cada vez que nos hacinamos en el transporte si mirarnos a los ojos, somos colaboradores, cada vez que mantenemos a una joven madre soltera con contratos basura, somos encubridores, cada vez que atendemos solo a nuestros intereses, a nuestra ambición y egoísmo,  sin solidarizarnos con los demás, somos asesinos.


Y así, creando entre todos una pulcra sociedad cada vez más individualista, más competitiva y depredadora, participamos en una selvática selección natural, en la que solo sobreviven los más fuertes, los más insensibles, los más inhumanos. Y los que no aprenden a fabricarse corazas de metal alrededor de sus sentidos, acaban golpeados, dilapidados  diariamente por los desprecios, las injusticias, los abandonos, las traiciones, la mezquindad, el olvido, el desagradecimiento, y tantos y tantos otros parásitos que devoran poco a poco la ilusión y la esperanza de la gente.


La ciencia invierte tiempo y dinero en investigar fórmulas alimenticias más completas y eficaces para el cuerpo, ligeras y saludables, pero sin embargo nos hemos olvidado del alma, de la mente, dejándola sin su sustento principal: el amor. Y el amor con sus múltiples variantes se ha rebajado a un sucedáneo escaso y de mala calidad.

¿Cómo vamos a sobrevivir sin parte de nosotros? El cuerpo y la mente son vasos comunicantes, y el uno influye en el otro y viceversa. No llegaremos lejos, con cuerpos atléticos y delgados,  y espíritus y mentes secas.

Nadie habla de la anorexia del alma. De la necesidad de comprensión, cariño, arropo, calor, solidaridad, cultura, valores. De lo importante de multiplicar todo esto, de reproducirlo, de suministrarlo en grandes superficies, en masa, en cantidades industriales, hasta que desborde por todos los lados en cantidad y calidad.


 No pretendo hacer de mi reflexión un discurso beato, ni un cuento de Navidad, tan sólo quiero reivindicar que hay que devolver al hombre lo que es del hombre, y si la materia le pertenece en cuanto a lo que de ser de la naturaleza posee, lo espiritual le es propiedad inarrebatable, por su exclusividad sobre la Tierra  como humano.

 Desconozco las circunstancias de esta niña que ha acabado con su vida, pero de lo que estoy segura, es que un corazón henchido de amor, no desea pararse nunca.

Que descanse en paz.

ESPAÑA DIFUNTA


No entiendo nada. Que viene a ser casi lo mismo, que el “sólo sé que no sé nada” de Platón. Y lejos de compararme con tamaño personaje, quiero venir a decir que “me lo pliquen”, quizá yo más cercana al Macario del Morenin. Y es que se acerca el día de difuntos. El día de Todos los Santos. Día para recordar, rezar y acompañar, si esto es de alguna etérea manera posible, a aquellos seres queridos que se fueron para más no volver.
 
Y ante tal fecha, esta mi pequeña España, porque en superficie física no es de poder alardear, anda de punta a punta enfrentada, blandiendo insultos, a garrotazo limpio y cóctel molotov en mano, porque no quieren parecerse los unos a los otros. Y cada cual defiende su autodeterminación, independencia y necesaria libertad de la que aseguran carecer, con tal férrea fuerza que en ocasiones se despachan una o varias vidas, para que así quitando el derecho sumo a otros, que es el derecho al propio aliento, imponer el supuesto suyo de hacer y decir como bien les parezca.



 
Pues en estas andamos, desgraciadamente, y resulta que llegan de fuera y nos la cuelan hasta la meninge y no solo no protestamos, sino que abrazamos la silenciosa invasión con entusiasmo y jolgorio, dando palmaditas en la espalada y saliendo todos de la mano a celebrarlo. Me refiero a la calabaza. A que te manden una carta del cole y te digan que tienes que enfundar a tu crío de esqueleto, de bruja o de diablo. Y que nadie proteste, muy al contrario no solo nos gastamos gustosos los cuartos en el disfraz, sino que alquilamos otro para nosotros, para pasar muy mucho de visitar cementerios, que son lugares muy tristes, y acudir a la fiesta discotequera en la que nos recibirán con un megacartel de HALLOWEEN, oigan. Todo rotuladito en la lengua de Shakespeare, o del Beckham, que al otro lo mismo no le conocen. Nada de gallego, bable, euskera o catalán. Y todos más contentos que un borrico en un maizal.
 
Llegados a este tipo de menesteres, desde el cabo de Gata hasta Finisterre, todos de acuerdo. Y nadie saca el baile de palos a relucir, ni la memoria histórica, ni el archivo de la guerra, ni Cristo que lo fundó. Y que tengamos que tragarnos arañas y vampiros por doquier, como pasa con el gordo de rojo en Navidad, que este es otro tema aunque parejo, no es tachado de opresión, ni de fascismo ni de nada de nada. Aquí todos felices como perdices. Mucho mejor someterse a la costumbre del otro que a la propia, a la de otros países que andan más listos basando su fuerza en la unión y a la expansión. ¡Ni punto de comparación!
 
Así que a los que nos empeñamos en seguir degustando los Huesitos de Santo, los Buñuelos de Viento, a los que nos dé por ir a visitar la tumba del abuelo para dejarle unas florecillas y  susurrarle alguna palabra al silencio, nos tacharán de antiguos y  raros como poco, y de reaccionarios, fachas y cosas peores a poco que te menees.
 
Me lo expliquen, reitero, porque me parece tan incomprensible como a un niño de teta una raíz cuadrada. Que parece que lo único que nos hermana a todos es la capacidad de estupidez infinita que posee el ser humano, que de eso andamos todos doctos.
 
Porque si nos ponemos a preguntar en una de las mencionadas fiestas halloweeneras que si conocen la obra de Zorrilla, propia de estas fechas, lo mismo nos encontramos con que nos señalan a la vecina, o nos narran de la de su barrio ávida en coleccionar amantes.
 
Aunque podemos consolarnos pensando que en algo estamos de acuerdo y marchamos al unísono, y mañana, las hordas de fantasmas y demonios harán parecer que queremos estar juntos y pretendemos sacar a hondear las semejanzas. Y en cuanto a lo de “Susto o Trato”, -que no sé si es así la frase, pero yo la adapto porque puestos a ser libres, me viene bien para mi escrito éste-, pues que queda claro, que deberemos dejarnos la piel en encontrar el acuerdo, porque el susto lo tenemos tan mentido en el pellejo, que de solo echar un ojo al panorama social, se ponen los pelos que ni apareciéndosenos el Apostol Santiago vestido de Michel Jackson en su famoso vídeo de zombis.
 
Aunque a todo llegaremos. Esperen a la resurrección de la carne. Esperen.

SEÑORA


A ella, la llamaban “la más grande”, y también “señora”, por su popular canción, pero al final, le ganó la baza esa otra señora más fuerte, la de túnica negra y guadaña al hombro.


Decía Cela, Camilo José, no tenerle miedo a la muerte, por considerarla algo vulgar por lo que todo el mundo pasa, y que al fin y al cabo la vida siempre era la misma, pues cuando una acababa otra seguía.


No quiero llegar a caer en un bucle de análisis existencialista de lo que supone la vida, pero resulta asombroso la conmoción social que provocan ciertas muertes, comparadas con la gélida indiferencia que le prestamos a muchas otras. Es como si el valor de la vida contenida en un cuerpo sea mas valiosa que la que se manifiesta en otro.


Dirigentes y artistas son los que se suelen llevar la palma a la hora de hacer colas ante sus féretros. Son personajes populares que por su carisma, sus actos o su trabajo, han llegado a la gente hasta el punto de cautivarles.


La desaparición de la cantante Rocío Jurado nos ha hecho testigos de un acontecimiento de esta índole, del tributo prestado por todo un país a una sola muerte. Era una mujer del espectáculo. Vivió de él y en él, y su fin ha sido también acorde a él. Los medios de comunicación han cubierto su declive cual gran jefe del estado se tratase. No entro a debatir si ha sido desmedido o no el trato que se le ha otorgado, pero sí que es cierto que las garras del cuarto poder son de terrible fuerza, y si el seguimiento mediático adecuado, el personaje más fastuoso puede caer en el más profundo de los anonimatos.


Me planteo cual es el motivo que hace que la sociedad se una y actúe toda ella a la vez. Cual es el detonante que provoca que las gentes se levanten de sus sillones y vayan a hacer todos lo mismo. Dónde se haya la fuerza, la energía capaz de provocar una acción conjunta de tal magnitud. Cómo es posible convencer a tantos seres para que se dirijan en pos de la misma causa, cuando unas y otras perezosas andan cada cual con su opinión divergente.


La respuesta creo que se haya en la emoción y en la capacidad para trasmitirla, para difundirla y multiplicarla. Para germinarla en el corazón de la gente. Poderosa herramienta ésta de saber hacer vibrar pechos, que al quien sabe manejar hace grande


Y solo hay una manera de trasmitir sentimiento, y es a través de la comunicación. La comunicación bajo sus múltiples variantes puede conducir lo intangible de alma en alma. Mediante la palabra, mediante el arte se consigue la comunión, y con ella la fuerza necesaria para acercarnos a la mejora, como especie, y como manifestación de vida.


Lástima que no siempre seamos capaces de provocar tal emoción y haya sujetos que escapen a la devoción que merecen por el mero hecho de ser vida, y vivan y mueran anónimos, sumergidos en la pobreza y la soledad. Gran error no llegar a ver en todos y cada una de las criaturas su efímera belleza y la grandeza del milagro que supone la vida. Su maravilla, su arte.


Ella lo comprendió y no fueron sus ultimas palabras en público porteadoras del torrente de voz del que era capaz, pero sin embargo, sí estuvieron apelmazadas de la fuerza de la sabiduría y la clarividencia que le otorgó el mismo tormento que la llevó a su fin:


He aprendido a hermanarme con la gente que sufre(…)La vida es el espectáculo más grande del mundo. No lo sabemos hasta que estamos a punto de perderlo

CACERÍA


Una intenta por todos los medios amar al prójimo tal como nos aleccionaron desde el catecismo, pero al final siempre acabas enterándote de algo o visionando una imagen que te hace odiar a un congénere hasta el mismo tuétano.

Hoy me ha pasado algo de esto, y confieso que he sentido ganas de increpar, golpear e incluso de soltar en medio del Serengueti sin más armas que sus manos, a los detenidos en Badajoz por las cacerías ilegales.




La fotografía que ilustra la noticia es la de un tigre muerto, que no ha dejado aún de ser cachorro, para retorcerme más si cabe el hígado.

Por si no saben de qué va la vaina, les cuento. Resulta que una pandilla de pendejos, dirigidos por un fulano que responde a las iniciales de M.D.M., vecino de Monterrubio de la Serena, Badajoz, se dedicaba alegremente a comprar animales: lobos y grandes felinos; a enjaularles y luego soltarles en una finca para poder asesinarlos a tiros. Estos bastardos, mal llamados cazadores, llegaban a pagar grandes sumas de dinero para tener el privilegio de abatir a una de estas piezas, despellejarla y hacerse la correspondiente foto. Por lobos, dicen los lugareños, que se han llegado a pagar 24.000 euros, cuanto no más por tigres o leones.


Entenderán como se me ha quedado el cuerpo al leer la noticia e imaginarme a las bestias agazapadas tras matorrales, esperando a que el pobre cachorro de turno, saliese de su cautiverio para ser tiroteado.

Al parecer, el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, ya andaba con la mosca detrás de la oreja y habían descubierto restos de otros animales en esta finca llamada “Los lunares”, y pudieron actuar y pillar con las manos en la masa a los asesinos el pasado 3 de diciembre. Al acudir, tras escuchar tiros en la finca señalada, se encontraron con los satisfechos depredadores haciéndose fotos junto al animal muerto, y otra jaula con cachorros de león que hubiesen corrido la misma suerte que su compañero de rayas, de no ser por la intervención de la benemérita.

Juzguen ustedes mismos, porque en cuanto al juicio al que someterán a estos malhechores me temo será ligero. Todo se saldará con dinero y a otra cosa mariposa, o a otro cachorro comprado en circo o zoo.

Habrá quien crea exagerado armar tanto revuelo por unos cuantos ejemplares de animales, de esos que se pueden ver a cualquier hora en los documentales de la dos. Pensarán algunos que tan solo es un hobby inocente que no hace daño a nadie, puesto que tenían bien electrificado el alambre que limitaba la finca para evitar la huida de cualquiera de las presas, pero miren ustedes, yo siento debilidad por los irracionales, a los de pelo, pico, pata, me refiero, y el sufrimiento innecesario que se les pueda infringir me duele hasta lo mas hondo . No sé si es porque veo responsabilidad de estos nosotros, a los que se nos otorgó el privilegio de razonar, la de cuidar y proteger a toda manifestación de vida que sea posible, a toda la belleza y biodiversidad que se nos ha sido otorgada.

Así lo creo, como un deber de socorro ante la indefensión de los pobres animales, inocentes como niños, desvalidos como ancianos. No puedo admitir que una persona goce acabando con la vida de estos seres mucho más exclusivos que ellos mismos, por el mero hecho de regocijarse ante amigos, se su acto de valor, según ellos, puesto que meritoso no lo es por ninguna parte al utilizar armas y engaños en su desempeño.

Volverán a practicarse fechorías de esta índole. Pero cada vez que un ser humano acabe con una vida de esta manera tan ruin, deshonrosa y cobarde, toda la raza humana descenderá un escalón en mi consideración y respeto.

Que Dios en su ciclo eterno de la vida, los reencarne en cristianos romanos.


SR. GUTIERREZ


El Sr. Gutiérrez es mi jefe, pero podría bien ser el jefe de tantas y tantas otras chicas de oficinas de España, porque es un jefe de libro, y si bien en otra ocasión dediqué un artículo a un jefe del pasado, titulando el escrito: “el jefe bueno”, como algo poco común, sino más bien como algo exótico, ahora debería titularlo “el jefe malo”, horrendo y torrentiano.

Ya les digo que no le falta detalle alguno para ser ilustración en el Espasa Calpe de la entrada “jefe”. Viene a la oficina ya bien entrada la mañana y se empeña el resto del día en esa seria de tareas propias del puesto, improductivas, costosas para la empresa y harto puñeteras para el resto de empleados.

Su lugar es calentar su enorme sillón de piel jugando al solitario o buscaminas las más de las veces, y ocasionalmente visitando páginas porno para alegría del ojo y de un vetusto miembro que se resiste a su natural declive a golpe de viagra. De vez en cuando, muta el calentar el cuero por la fría loza del escusado, con ABC en mano para amenizar la espera y la dilatación de esfínteres.

Luego es también de habitual en sus maneras, los almuerzos con colegas de su parejo discurrir parasitario o con clientes a quienes sacar el jugo. 




En sus ires y venires a reuniones varias no faltan las llamadas en las que se interesa de novedades como si él fuese a resolver cualquier contratiempo que se presentase, cuando mas bien es él el que provoca tales problemas mas que darles tajo.

No puede faltar en la tipología de este tipo de individuos el mirar lascivo, el trato machista, el tráigame un vaso de agua y la racanearía a la hora de subir ya sean 20 euros el sueldo.

El Sr. o Sres. Gutiérrez suelen vestir de traje, salvo cuando es víspera de festivo o cuando se van de vacaciones, y hacen una pase fugaz por la oficina para exhibir sus vaqueros como dando constancia de que ellos alcanzan también a asumir roles más bajos, en un falso intento de acercarse a la masa proletaria.

A veces, dan fe de su condición humana, además de por las visitas a la pornografía virtual, por la exteriorización de maneras un tanto vulgares procedentes de digestiones difíciles o sistemas gastrointestinales rebeldes; mientras una no puede dar crédito, sumida por el asombro, a lo que oye o intuye oler, pero se calla por temer más por la vergüenza propia, que por la carente que el susodicho se gasta.

Están ausentes a la hora de motivar, felicitar o premiar el trabajo bien hecho, el esfuerzo diario y por el contrario tienden a tener mayor facilidad por reprender ante el ocasional fallo, aún cuando la carga laboral es superior a lo que el tiempo limitado permite desarrollar.

Sienten el derecho de ser servidos sin excusas, ni demoras, dando como razón el dinero que se sacan de su bolsillo para costear tu sustento, que siempre encuentran justo. Más que nada, porque cada céntimo que te arrojan, es uno que se quitan ellos de sus henchidas carteras.

El trato suele ser impersonal y de usted, para no inmiscuirse en uno más cercano que diera pie a crear unos incómodos lazos fraternales fraguadores de compromisos y situaciones embarazosas, y que dificultasen un despido a la hora y lugar en el que a ellos les apetezca.

El Sr. Gutiérrez, a fin de cuentas, es un tipo como tantos otros jefes de este maldito mundo corrupto hasta el tuétano, sin un ápice de humanidad y podrido por la ambición desmedida y el vil metal.

Que el diablo les coja confesados, ya que los que andamos bajo el yugo de estos tiranos no podamos hacer otra justicia que la de ponerles de hoja de perejil con burlas entre compañeros de sufrimiento, ...o al menos por el momento, ya que otros días amanecerán, en las que pinten otras cartas.

OBRAS


Preguntó Woody Allen, haciendo gala de su habitual ingenio y humor, en una visita a la capital del reino, ya hará unos años, que si el Alcalde había encontrado el tesoro, al percatarse de la gran cantidad de excavaciones en nuestra ciudad.
¿Que diría si viera Madrid ahora? Pensaría, sin duda, que no es que todavía no lo haya encontrado , sino que su afán por dar con él se ha multiplicado por mil.
 
Lo de las mejoras está bien, pero mire usté, señor al que corresponda, no todas a la vez, porque si lo que pretende es mermar la población en un cincuenta por ciento a base de estrés por los atascos que ocasionan las dichosas obras, lo va a conseguir. Por consiguiente, las generaciones futuras entre que serán menos y con todo renovado van a estar la mar de cómodas, eso sí, a las presentes nos hacen la vida imposible.
 
La M-30, Moncloa, Plaza Elíptica, Sol...Muchas de las entradas al Foro y arterias principales están sesgadas con grúas y operarios, con boquetes, taladradoras y hormigoneras. Y detrás de ellas los pobres mortales intentando acceder a sus lugares de trabajo, que ya cuesta de por sí en condiciones normales. Todos hacemos el mismo comentario mientras nos revolvemos en el sillón del coche o autobús: que seguro que el responsable del tinglao este no se come el tapón diario; que no tendrá que levantarse una hora antes para llegar a tiempo  a donde sea que cada cual tiene que llegar.
 
¿Qué mente enferma ha ideado esto?. ¿Qué interés lucrativo ha iniciado esta maquinaria infernal que nos cierra líneas de metro durante meses, y que no deja muchas alternativas puesto que al tomar otros caminos nos los topamos también cerrados?. Y el mismo volumen de coches en la mitad de vía no cabe en ecuación matemática alguna. Sólo la paciencia, virtud de santos, nos permitirá resistir estos tiempos de construcciones faraónicas, que no sé si traerán gloria a alguien en años venideros, pero que sin duda nos quita calidad y cantidad de vida en la actualidad.

 
Podríamos, o deberíamos amotinarnos, o mejor, declararnos en huelga todos a la vez, y sin nadie que aporte dinerito a las arcas del estado, a ver cómo se las apañan para seguir malgastando el dinero de los contribuyentes, en levantar pavimento y volver a poner. No somos conscientes del poder que tenemos, de lo que se puede conseguir con la voluntad conjunta. No somos conscientes, no. Y por ellos seguimos aguantando cada cual en su torre de marfil, sufriendo de manera aislada un problema común, sin consuelo más que el de los tontos, es decir, el mal de muchos, para que unos cuantos mandatarillos de mierda y sus primos los constructores, se enriquezcan a nuestra costa, a costa de nuestro sacrificio diario.
 
Mis palabras no servirán de nada. Lo sé. Seguiremos igual de resignados y ofreciendo madrugones para costear los próximos caprichos de presidentes y presidentas venideros.
No hay en nada mejor en lo que invertir el dinero. Preparémonos para lo que sea, porque en cuanto se den cuenta que han conseguido colarnos esto, seguirán con nuevas excusas de renovación urbanística. Antes fueron las calles, que si meter cables o tuberías, y viendo que aprendimos a caminar sorteando aceras abiertas, ahora prueban con algo más ambicioso. ¿Lo próximo qué será? Doy ideas: la Cibeles más cerca del Bernabeu, Neptuno, idem con el Calderón, las puertas de Alcalá más hacia el pueblo del cual lleva su nombre, y con ello cortamos el acceso por la N-II; los escalestrix que se quitaron, volver a ponerlos; hacer conexiones entre todas las estaciones de metro y cada una de las de tren; echen cuentas. Las posibilidades son infinitas, tan infinitas como la capacidad del hombre a permitir injusticias, ósea, casi tantas como obras hay en Madrid.
Aguantemos pues.

ESPAÑA SE SECA


Hoy he visto este titular en un diario y me ha entrado una profunda pena, pero me he aguantado la lágrima para ahorrar líquido, ante lo que se nos avecina. Venía la noticia ilustrada con una foto de tierra quebrada. Esa típica imagen en la que el suelo aparece desquebrajado y triste. Khalil Gibran dijo aquello de que “la tristeza es un muro entre dos jardines”, pero cuando ya no haya ni jardines, ¿qué es lo que nos va a quedar?


Yo siempre le hecho la culpa a mis semejantes, en cuanto a los problemas puramente sociales, es de justicia que sea así, y en estos los de la Madre Naturaleza, en buena medida también. Parece que el cielo se está cansando de llovernos y dice que nos limpiemos nosotros solitos nuestras propias inmundicias. Los embalses están a poco más del 50% de su capacidad, litro abajo, litro arriba dependiendo de la Comunidad Autónoma. Así que nos enfrentamos a un verano duro, en el que pronostican altas temperaturas y sensaciones térmicas de irse por la patilla debido a lo seca que está “la piel de toro”. Y en esta España que se nos desertiza, cada vez aparece con más nitidez el espejismo de que todo va bien, que la economía sube como la espuma debido a que la empresa inmobiliaria se está forrando como nunca antes, mientras que desde fuera, nos miran con asombro y nos advierten de que los tipos de interés ya no se van a poder aguantar. Así que cualquier día de estos, nuestros colegas europeos nos dicen que nones, que arriba el precio del dinero y sin agua para beber, mal vamos a pasar el trago, por mucho “Sí” que hayamos dicho a una Constitución comunitaria que no la quiere nadie. Pero es que siempre hemos sido así, “diferents”, en todo, hasta en el clima, que más que el Sur del viejo continente, somos la cabeza de un África que se nos sube por Tarifa a golpe de patera y de sequía.



Claro que por otra parte, un suelo en el que nada germina, ¿para qué otra cosa va a servir sino para levantar ladrillo? Lo mismo, los constructores se están frotando las manos y pensando en que la carencia de lluvia, les va a ahorrar el tener que provocar incendios para asolar terreno, que a río revuelto ganancia de pescadores. Aunque, disculpen por el refrán, que es de mal gusto hablar de ríos, ante tal coyuntura hidrológica.


Dicen que el tiempo lo arregla todo, así que habrá que dejar que pase, y ponga un poco de orden a esta pobre patria que se nos va deshaciendo como un terruño aplastado entre los dedos. Y si no llueve será por algo, por la armonía cósmica esa de las narices, que quiere quitarse a algo o alguien del medio, a alguna mosca, o humano cojonero que no hace más que romper con lo natural, desde que algún error en la evolución, o Alguien que se aburría de jugar a los dados,  puso una cosa mal llamada razón en un cuerpo bípedo.

Ni bañarse en las piscinas van a dejar a los de Huesca, ni regar sus parques, y eso que andan bien al Norte de nuestra geografía . Y así después muchos otros, que aunque ya los politiquillos en el trono se apuren en decir que no va a faltar de “na” antes de que la oposición les digan lo contrario, la evidencia habla por sí sola.


Y aunque puedan seguir consumiendo compulsivamente, no se fíen, que detrás de toda esta aparente opulencia y más allá de las grandes superficies a la compra dedicados, andan los campos sin cosechas, y los ríos arrastrando más piedra que otra cosa. No se me vayan luego a cabrear cuando tengan la piscina del chalé para cobijar lagartijas, y el campo de golf como un trigal de castilla en el mes de agosto, esto..., perdón, en el mes de mayo.

AHORA QUE ES PRIMAVERA


Ya es primavera y no porque lo digan los grandes almacenes, sino porque comienzan a verdear los árboles. Es una época en la que dicen que la sangre se altera. A unos les da por deprimirse y a otros por enamorarse, y esto lleva a lo otro o viceversa, a veces. Cierto es que en esta época del año es cuando crecen los sembrados y cuando crían muchas especies, y es que el calor es fuente de vida, no cabe duda. Ante este derroche de color y aromas que empiezan a brotar de las flores, de la hierba, se desplega un enorme abanico de pasiones y quereres.

Yo querría referirme más a los de pareja, ya se sabe, macho-hembra, hembra-hembra, macho-macho y algún que otro variante, que corren tiempos de liberación y ya se sabe. El de pareja, es de todos los amores, el que más ha inspirado a poetas, a pensadores, antiguos trovadores y actuales cantantes. El arte lo ha tomado como musa desde el principio de los tiempos. Aunque el devaneo de seseras ha sido prolijo, siempre ha sabido muy bien guardar sus misterios. Y así se nos presenta hoy en día como ayer, sin pasar de moda e interesante para todos.


Un gran escaparate de posibilidades cabe en el tortuoso camino del amor. Los amores nuevos, primeros y siempre intensos, de quinceañeros o más jóvenes. Los tardíos, que más livianos siguen agitando el pecho de los mayores. Aquellos que fueron fuertes pero pedieron intensidad y andan dando tumbos, entre infidelidades y rupturas. Los no correspondidos que manifiestan su frustración a escondidas y dejan sus reliquias en los cajones bajo llave. Aquellos prohibidos y que atormentan tanto el alma. El amor de la incomprensión, de la incompatibilidad de caracteres, de riñas y peleas. La nostalgia del amor pasado que dejó secuelas en un corazón ávido por palpitar de nuevo. El amor fiel y maduro, que espera día a día y cuida los detalles. Aquel que acaba de empezar y tiñe los ojos de los amantes de mil maravillas y proyectos. Todos ellos y muchos más no caben en mil palabras ni en un millón de versos, porque lo inefable, es así.

¿Cómo atrapar a ese maldito bastardo  y hacerlo esclavo nuestro para siempre?. En qué preciada fórmula se esconden los ingredientes del amor eterno y satisfecho.

Es bonito ver las primeras margaritas luchando por aparecer entre la hierba y el curso que trazan los pequeños patitos, que siguen a la madre en perfecta alineación sin desviarse un ápice. Las golondrinas que regresan con sus atormentantes chillidos para recordarnos que es hora de querer o de sufrir.

La hoja ya no se cae, sino que brota, pero lo que si se despoja es el ropaje que cubre unos cuerpos deseosos de abrazos, que impúdicos desprenden al el aire sus feromonas para el deleite y embravecimiento de unos y otras.

Es curioso observar todo este mecanismo que se inicia paulatinamente al compás de la subida de grados, al ritmo de los minutos que el sol le roba a la oscuridad. Es como si una nueva oportunidad se le otorgase a la vida, para restaurarse, para recuperar fuerza y luz. Es un paisaje teñido de verde esperanza. Nueva sabia y nueva vida para un mundo viejo. Nuevos sueños para afrontar la lucha cotidiana. El despertar del calor es siempre un acontecimiento que a nadie produce indiferencia, al que nada puede dar la espalda. Y si alguno se empeña en no rendirle cuentas, ya hay en todas las esquinas un enorme cartel con señorita vestida acorde a la temporada que nos lo recuerda.

Ya es primavera. Esfuércense en tomar los frutos más dulces que esta estación da. Cada primavera aunque cíclica parece eterna, tiene un número bien determinado y finito para cada uno de nosotros. Nunca florecerá dos veces, la misma flor. Afánense en sacarle toda su esencia.

LA PLAZA DE COLÓN


La plaza de Colón, ahora en primavera, es lo más parecido a lo que tendría que ser el mundo entero. Sin llegar a ser el paraíso, algo más relista y mundano, se convierte al medio día en un lugar de relax, convivencia e intercambio.


Me refiero a la de Madrid, que en estos días en los que comienza a calentar el sol, se brinda solidaria, a que la gente se tumbe en su césped a tomar los primeros rayos.

Es un lugar muy céntrico de la urbe, y quizá en eso estribe su atractivo, en que está accesible y en un lugar de paso para muchos, ofreciendo un momento de descanso dentro del aturdimiento y las prisas de la ciudad.


A la hora de comer, en ella, se juntan gentes de todos los pelajes sin por ello producirse ningún conflicto. Desde los ejecutivos mancebos que con sus trajes de Armani se arriesgan al tiznajo de hierba, al grupo de empleadas de una empresa de limpieza que terminaron su turno; desde los jóvenes de cualquier etnia que se ejercitan en el equilibrio del patinente, a quienes no dudan en ponerse en baños menores sobre toalla a conseguir un broceado, al que en sus reducidos pisos de interior no pueden aspirar.

Es placentero sentarse un rato y observar. Dejar que el calor te vaya sedando y comtemplar ese grupo de gente, por una vez en armonía, mientras que de fondo la fuente majestuosa lanza el siempre sosegante agua que simboliza los mares que Colón cruzó en busca de un Mundo Nuevo.


Parejas que se arrullan y se besan, perros que se revuelcan en el suelo ofreciendo sus tripas a sus amos para que, puñeteros de ellos, se las acaricien. Palomas unas intentando cazar las migas que caen y les lanzas de los bocadillos, otras rondando alrededor de su semejante hembra para conseguir sus favores y así asegurar que sus hijos, palomitas pequeñas, gocen también de ese lugar en la primavera próxima


Resulta tranquilizador pensar, que es posible un lugar así. Un Mundo Nuevo, en el que se cruzan y comparten tierra gente tan dispar. La guiri nórdica que intenta quitar un poquito de la nieve de su piel a base de sol, el mexicano que con cámara y plano en la mano muestra su ansia por empaparse de esa madre patria que les trajo la “civilización”, los empleados de la “hora” que cansados de patear calles y recibir insultos se sientan un rato a compartir unas risas entre compañeros, las secretarias que bajan de sus tristes oficinas a comer sus sándwich mientras comparten chismes, cotilleos, antes de volver de nuevo a la rutina...


Es un lugar singular, sin duda, esta plaza a las tres de la tarde, cuando se reposa la ambición y los proyectos, y tan solo se atiende al quietud, a la calma, a la serenidad. Es costumbre descalzarse y sentir el frescor de la hierba bajo la planta de los pies, a la par que se degusta un bocado. De ese modo todo es posible y no hay lugar para el odio o la aversión. Las diferencias no existen cuando se busca un objetivo común. Tampoco es tan difícil la fórmula, consiste en pararse por un momento a descansar y a disfrutar de esto que hay aquí, del regalo que es la vida. Una conversación, un poco de sol en la cara, en el cuerpo, algo de comida, nada de prisas, y... la paz está asegurada.


Quizá esta Plaza de Colón sea de lo mejor que se ha conseguido después de tanta expedición y tanta conquista, tanta guerra de independencia y tanto mestizaje a veces forzado. Si don Cristóbal levantase la cabeza y viese este lugar a su nombre dedicado, quizá sintiese haber descubierto algo realmente bueno.

Para encontrar El Dorado, quizá tan solo baste con tumbarse un ratito bajo el astro rey y compartir con los demás esa dicha.

ELLAS


Ser mujer es muy complicado señores, y pocos son los que nos lo reconocen. Más que complicado, matizaría que duro y sacrificado. No me refiero a esos momentos ya de verdaderas mártires que suponen los del embarazo o parto, o el de los dolores menstruales y trastornos hormonales durante el climaterio, sino a la vida cotidiana.

Hoy me he dado cuenta, una vez más de ello, al venir en el tren a trabajar. Una compañera de género, andaba haciéndose hueco entre la masa hacinada para hacer factible su tarea de maquillarse. Tenia sobres sus rodillas una agenda, un libro, el bolso, y un neceser lleno de todas las herramientas imprescindibles en el arte de la recomposición facial. Así que brochazo aquí, rayajo allá, andaba en su operación propia de equilibristas, porque entre el vaivén del tren y la multitud empujando, ya me dirán.

Cuando ha finalizado ha metido el estuche en su abultado bolso y se lo ha puesto al hombro. He pensado que es una muestra bastante representativa de lo que es el conjunto femenino.

Las hay que no llevan un megabolso de estos que descoyuntan el omoplato y desvían la columna, pero en su defecto usan tacones de siete centímetros que atentan contra la integridad de los tobillos. Otras optan por el pantalón megaajustado que deja tripas, intestinos y demás órganos internos o semiinternos reducidos a la mínima expresión. Con lo que concluimos, que las mujeres somos masoquistas, bien porque la sociedad nos lo impone, o porque culturalmente somos educadas así y así seguimos hasta el final.

Este tipo de torturas, como la del tanga, de la que ya hablé en otra ocasión, nos las inflingimos gustosamente, porque se presupone que es de nuestra esencia el estar o ser bellas, como si fuese la razón de la existencia femenina, así que no nos queda más remedio que andar con este tipo de autoatentados.

Antes se nos pedía poco más, pero ahora hemos rizado el rizo de nuestra propia esclavitud, y a los handicap por estar hermosas, hemos añadido, los esfuerzos para alcanzar puestos de trabajo de mayor o menos responsabilidad, el seguir educando y criando a los hijos y llevar la mayor parte del peso de una casa. La era postindustrial nos ha catapultado al más difícil todavía, porque además de ocupar nuevos puestos en la sociedad y reducir nuestro tiempo, nos mantenemos heroicas e irreducibles, dispuestas a no perder ni un ápice de nuestra feminidad.

Una mujer de hoy en día, puede levantarse a eso de las siete como media, empieza dando el desayuno a sus hijos, vistiéndoles, vistiéndose ellas mismas, cargando con las mochilas de los crios hasta el coche, peleándose en el caos circulatorio con el que se preste, ir al trabajo manteniendo el equilibrio en zapatos de tacón de aguja, aguantar una dura jornada laboral, regresar a casa con los pies destrozados porque al hijoputa del diseñador de turno, se le ha ocurrido que los de punta afilada son los más fashion, sin pararse a pensar que las que los llevan van en tren , en metro, y/o soportan más de diez horas de pie. Luego se llega a casa, y las hay que se retocan el maquillaje para estar espectaculares para su pareja, a la par que preparan y dan de cenar a los retoños, los bañan , acuestan y al día siguiente vuelta a empezar.

Pero ahí están, sin descuidar aspecto, e intentando mantener el equilibrio, pacientes por lo general, comprensivas y colchones de tantas familias en los que reposar enfados, frustraciones y cansancios, y a pesar de todo manteniendo siempre cierto interés por mostrarse un poco mejores, más guapas, aunque para ello tengan que sacar el tiempo de donde no lo hay y obligadas a cargar con el peso de los cosméticos, hagan uso de ellos donde puedan, donde las dejen. No para tentar a un Adán condenado a una pena que ahora compartimos, al ganar también el pan junto a él, sino para hacer de la vida un episodio más agradable y llevadero.

Sin ellas, ¡ay! sin ellas.