Ayer me pasé por Casa Decor 05, más por mera
casualidad que por interés propio, y quedeme maravillada ante tal derroche de
diseño y vanguardia. Esto de lo que hablo, es una exposición de decoración e
interiorismo en la que uno puede ir a tomar ideas o direcciones de decoradores,
dependiendo de la disponibilidad monetaria de cada cual.
La mandíbula inferior se me descolgaba de
puro asombro ante tanto lujo, estilismo y sofisticación. Allí se pueden
encontrar verdaderas suites de hotel de lujo, con camas en las que cabría una
familia entera, vestidores en los que uno puede hacer gimnasia mientras decide
qué camisa ponerse, duchas con más mandos que una nave espacial o cocinas con
utensilios tan de diseño que no se sabe donde narices está el grifo. Todo tan
exquisito, moderno y fashion, que dan ganas de quedarse a vivir allí,
encadenarse a uno de los muebles y pedir algo igual al Ministerio de la
Vivienda.
Y entre tanto glamour y sillón de piel de
cabritillo neonato, una piensa en lo de doña Trujillo, y se dice que si ambas
realidades forman parte de un mismo mundo, y si tiene algo que ver eso de la
decoración minimalista con la reducción del tamaño de los pisos. Aunque claro,
con mentes tan iluminadas como la de los creativos estos del adorno de morada,
quizá sea posible convertir 25 metros cuadrados en un mini paraíso. Eso sí, con
tanta o más pasta de por medio, de la que debe costa construir las casas estas
de muñecas que nos ha propuesto la ministra, Dios la guarde muchos años en su
cobijo, que no será de reducido espacio, seguramente.
Menos mal que por una vez, hemos reaccionado
con unanimidad y lucidez, y le hemos dicho a coro que nones, que a otro perro
con ese hueso, que si se enfrascaron en la promesa de tantos mil pisos, que no
intenten resolverlo con urbanizaciones a lo “Pin y Pon”. Y que ni ciclos
vitales ni gaitas asturianas, que lo de que un joven necesita poco espacio es
relativo. A no ser que se trate de un joven soltero, muy soltero, entiéndase
sin novia, mascota, amigos, familiares ni inquietudes, pues si quiere invitar a
casa a alguien, le sale más a cuenta el convite en un burguer, que a nada que
se revuelvan los comensales acaban contusionados o con medio minimobililario en
el minisuelo.
Y es que a aquellos que nos intentan archivar
en alojamientos de juguete, deberían andar más listos y no dejarnos acceder a
exposiciones de este tipo, ni dejarnos ver revistas en las que aparecen baños
que ambientan la misma jungla, o cocinas donde puedes tomar unas papas tumbada
en hamaca ergonómica y viendo la tele de plasma pegada en el techo, porque
claro, luego nos vienen con lo de los 25 metros, y no cuela; y se quejan de que
nos falta cultura de este tipo de viviendas. Pero va a ser que no, que es al
contrario, que no es la falta de cultura nuestra, sino carencia de vergüenza
suya, de intentar vendernos la moto y querer bajar la calidad de nuestras
vidas, más si cabe, en lugar de aligerar el precio de aquello a lo que tenemos
derecho y es primera necesidad.
Así que les ha salido mal y han demostrado
una vez más sus limitaciones como organizadores sociales o dirigentes, o sea lo
que sea que intentan ser. Pues no se puede intentar acomodar a la gran honrada
masa trabajadora en cuchitriles, como el que archiva trastos viejos en cajas y
las amontona en el armario o debajo de la cama, mientras una pequeña y parásita
élite goza de magníficos lofts ataviados con lo último en tecnología y en
decoración zen. Que si lo de que un bambú aquí o allá viene muy bien para las
energías y el espíritu, será igual para todos los seres humanos,
independientemente de su nivel adquisitivo. Así que ya saben, o aquí
disfrutamos todos, o los de Casa Decor and Company al río.
Que tengan más cuidadito a la hora de
proponernos bastardeces de este tipo, no nos vayan a pillar un día con la vena
del cuello hinchá y nos de por amotinarnos en algún palacete o mansión cual
Bastilla, y pasar por guillotina a los privilegiados del confort hogareño.
Avisados quedan.
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