martes, 4 de agosto de 2015

LA IZQUIERDA DE ESPAÑA VIVE EN CHALÉ


He oído con frecuencia aquello de que “no hay más tonto que un obrero de derechas”, y si bien hay parte de razón en el enunciado, no deja de ser igualmente paradójico, incoherente y poco honesto la inversa, es decir “lo de el de izquierdas enriquecido”. Aunque quizá en este último caso, el sujeto no peque de tonto, sino más bien de todo lo contrario: de espabilado, de listo, de zorro y astuto. Pues no está mal eso de predicar igualdad y reparto de bienes, mientras que nos llenamos los bolsillos a manos llenas y practicamos el uso del lujo, el amase de bienes y la discriminación social.
 

Por lo general, huyo de la política, pues lo considero un engaño, es el arte del bien hablar, del embaucar al pueblo para llegar a un poder, y una vez sentados en él, corrompernos y aprovecharnos para el propio lucro, pero hoy hago una excepción por un hecho que me ha tocado la fibra. Les cuento.
 
Resulta que una niña bien cercana a mí, una criatura por mí quería, una pequeña de mi familia, va un colegio público, un colegio del municipio socialista de Getafe, y comparte pupitre con una hija de izquierdista concejala. Esta peque mía es hija de obrero humilde, de único sueldo en casa y por lo consiguiente economía modesta.
 
Pues bien, a lo que vamos. La susodicha señora, la madre roja, ostenta de monovolumen y abrigos mil, y a la hora de la charla mañanera a las puertas del colegio elige codearse con las mamás más acomodadas, haciendo un “sano cordón luppiano” a las que proyectan una apariencia más sencilla y a las menos pudientes del barrio.
 
Esto podría no dejar de ser una percepción subjetiva, sino se demostrase empíricamente con el hecho que el otro día se dio, y es el siguiente. La retoña de la comunista cumple años, y la mamá comunal no tiene mejor manera de festejarlo que invitando a casi todos los compis de su nena a una fiesta, y para ello, solidaria y fraternar ella, se persona en la fila de niños a su  entrada al aula y pone una invitación en las manitas de los pequeños quedando excluidos tres. Estos tres, precisamente, los que pertenecen a familias menos agraciadas por el don de la abundancia pecuniaria. Y este ritual elitista lo ejecuta sin la menor impunidad delante de los ojos de madres y pequeños, de invitados y de marginados. Me pregunto yo si esta señora le han explicado lo que significa ser comunista, lo que supone representar unas ideas que no lleva a cabo. Pero no me parece extraño la existencia de tales personajes, cuando en la vida pública, en los medios de comunicación aparecen continuamente ejemplos semejantes. Artistas y políticos que dicen defender una ideas que no practican.
 
Ante el dolor de tal marginación, y ante la perplejidad de tal incoherencia ya sabida, y repetida por otra parte, me pregunto yo el sentido de la política. Aunque la respuesta siempre es la misma. La verdad la nobleza, la bondad y las buenas personas no tienen color político, y lo mismo milita la sinvergüencería y la mentira en un partido de derechas que en uno de izquierdas.
 
Lejos de pedir justicia, porque ésta, la pobre, debe estar a puntito de extinguirse en nuestro planeta cual especia protegida, deseo un poquito más de honestidad a la hora de predicar y de militar en partidos. A la hora de representar a un pueblo, a la hora de pedir un voto, en el momento de vivir y lucrase, de enriquecerse de las arcas públicas, del dinero y del esfuerzo  de todos. Ser político debería ser algo más serio de lo que es. Y representar y defender una idea debería estar perseguido por la ley. Nadie y mucho menos los que tienen voz y prospección pública deberían alardear nada de lo que no son capaces de llevar a cabo.
 
No se es mejor ni peor por ser de derechas o de izquierdas. La calidad de una persona, de un ser humano la marca su honradez, su solidaridad, su legitimidad y su palabra. Las personas de verdad no tienen color. 


 Por lo que a la señora concejala comunista de la que hablé respecta, pedirle que al menos las hamburguesas del cumple sean de conejo casero y no de restaurante de imperio capitalista, y que le aprovechen.

 

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