Hoy he visto este titular en un diario y me
ha entrado una profunda pena, pero me he aguantado la lágrima para ahorrar
líquido, ante lo que se nos avecina. Venía la noticia ilustrada con una foto de
tierra quebrada. Esa típica imagen en la que el suelo aparece desquebrajado y
triste. Khalil Gibran dijo aquello de que “la tristeza es un muro entre dos
jardines”, pero cuando ya no haya ni jardines, ¿qué es lo que nos va a quedar?
Yo siempre le hecho la culpa a mis
semejantes, en cuanto a los problemas puramente sociales, es de justicia que
sea así, y en estos los de la Madre Naturaleza, en buena medida también. Parece
que el cielo se está cansando de llovernos y dice que nos limpiemos nosotros
solitos nuestras propias inmundicias. Los embalses están a poco más del 50% de
su capacidad, litro abajo, litro arriba dependiendo de la Comunidad Autónoma.
Así que nos enfrentamos a un verano duro, en el que pronostican altas
temperaturas y sensaciones térmicas de irse por la patilla debido a lo seca que
está “la piel de toro”. Y en esta España que se nos desertiza, cada vez aparece
con más nitidez el espejismo de que todo va bien, que la economía sube como la
espuma debido a que la empresa inmobiliaria se está forrando como nunca antes,
mientras que desde fuera, nos miran con asombro y nos advierten de que los
tipos de interés ya no se van a poder aguantar. Así que cualquier día de estos,
nuestros colegas europeos nos dicen que nones, que arriba el precio del dinero
y sin agua para beber, mal vamos a pasar el trago, por mucho “Sí” que hayamos
dicho a una Constitución comunitaria que no la quiere nadie. Pero es que
siempre hemos sido así, “diferents”, en todo, hasta en el clima, que más
que el Sur del viejo continente, somos la cabeza de un África que se nos sube
por Tarifa a golpe de patera y de sequía.
Claro que por otra parte, un suelo en el que
nada germina, ¿para qué otra cosa va a servir sino para levantar ladrillo? Lo
mismo, los constructores se están frotando las manos y pensando en que la
carencia de lluvia, les va a ahorrar el tener que provocar incendios para
asolar terreno, que a río revuelto ganancia de pescadores. Aunque, disculpen
por el refrán, que es de mal gusto hablar de ríos, ante tal coyuntura
hidrológica.
Dicen que el tiempo lo arregla todo, así que
habrá que dejar que pase, y ponga un poco de orden a esta pobre patria que se
nos va deshaciendo como un terruño aplastado entre los dedos. Y si no llueve
será por algo, por la armonía cósmica esa de las narices, que quiere quitarse a
algo o alguien del medio, a alguna mosca, o humano cojonero que no hace más que
romper con lo natural, desde que algún error en la evolución, o Alguien que se
aburría de jugar a los dados, puso una
cosa mal llamada razón en un cuerpo bípedo.
Ni bañarse en las piscinas van a dejar a los
de Huesca, ni regar sus parques, y eso que andan bien al Norte de nuestra
geografía . Y así después muchos otros, que aunque ya los politiquillos en el
trono se apuren en decir que no va a faltar de “na” antes de que la oposición
les digan lo contrario, la evidencia habla por sí sola.
Y aunque puedan seguir consumiendo
compulsivamente, no se fíen, que detrás de toda esta aparente opulencia y más
allá de las grandes superficies a la compra dedicados, andan los campos sin
cosechas, y los ríos arrastrando más piedra que otra cosa. No se me vayan luego
a cabrear cuando tengan la piscina del chalé para cobijar lagartijas, y el
campo de golf como un trigal de castilla en el mes de agosto, esto..., perdón,
en el mes de mayo.
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