martes, 4 de agosto de 2015

AHORA QUE ES PRIMAVERA


Ya es primavera y no porque lo digan los grandes almacenes, sino porque comienzan a verdear los árboles. Es una época en la que dicen que la sangre se altera. A unos les da por deprimirse y a otros por enamorarse, y esto lleva a lo otro o viceversa, a veces. Cierto es que en esta época del año es cuando crecen los sembrados y cuando crían muchas especies, y es que el calor es fuente de vida, no cabe duda. Ante este derroche de color y aromas que empiezan a brotar de las flores, de la hierba, se desplega un enorme abanico de pasiones y quereres.

Yo querría referirme más a los de pareja, ya se sabe, macho-hembra, hembra-hembra, macho-macho y algún que otro variante, que corren tiempos de liberación y ya se sabe. El de pareja, es de todos los amores, el que más ha inspirado a poetas, a pensadores, antiguos trovadores y actuales cantantes. El arte lo ha tomado como musa desde el principio de los tiempos. Aunque el devaneo de seseras ha sido prolijo, siempre ha sabido muy bien guardar sus misterios. Y así se nos presenta hoy en día como ayer, sin pasar de moda e interesante para todos.


Un gran escaparate de posibilidades cabe en el tortuoso camino del amor. Los amores nuevos, primeros y siempre intensos, de quinceañeros o más jóvenes. Los tardíos, que más livianos siguen agitando el pecho de los mayores. Aquellos que fueron fuertes pero pedieron intensidad y andan dando tumbos, entre infidelidades y rupturas. Los no correspondidos que manifiestan su frustración a escondidas y dejan sus reliquias en los cajones bajo llave. Aquellos prohibidos y que atormentan tanto el alma. El amor de la incomprensión, de la incompatibilidad de caracteres, de riñas y peleas. La nostalgia del amor pasado que dejó secuelas en un corazón ávido por palpitar de nuevo. El amor fiel y maduro, que espera día a día y cuida los detalles. Aquel que acaba de empezar y tiñe los ojos de los amantes de mil maravillas y proyectos. Todos ellos y muchos más no caben en mil palabras ni en un millón de versos, porque lo inefable, es así.

¿Cómo atrapar a ese maldito bastardo  y hacerlo esclavo nuestro para siempre?. En qué preciada fórmula se esconden los ingredientes del amor eterno y satisfecho.

Es bonito ver las primeras margaritas luchando por aparecer entre la hierba y el curso que trazan los pequeños patitos, que siguen a la madre en perfecta alineación sin desviarse un ápice. Las golondrinas que regresan con sus atormentantes chillidos para recordarnos que es hora de querer o de sufrir.

La hoja ya no se cae, sino que brota, pero lo que si se despoja es el ropaje que cubre unos cuerpos deseosos de abrazos, que impúdicos desprenden al el aire sus feromonas para el deleite y embravecimiento de unos y otras.

Es curioso observar todo este mecanismo que se inicia paulatinamente al compás de la subida de grados, al ritmo de los minutos que el sol le roba a la oscuridad. Es como si una nueva oportunidad se le otorgase a la vida, para restaurarse, para recuperar fuerza y luz. Es un paisaje teñido de verde esperanza. Nueva sabia y nueva vida para un mundo viejo. Nuevos sueños para afrontar la lucha cotidiana. El despertar del calor es siempre un acontecimiento que a nadie produce indiferencia, al que nada puede dar la espalda. Y si alguno se empeña en no rendirle cuentas, ya hay en todas las esquinas un enorme cartel con señorita vestida acorde a la temporada que nos lo recuerda.

Ya es primavera. Esfuércense en tomar los frutos más dulces que esta estación da. Cada primavera aunque cíclica parece eterna, tiene un número bien determinado y finito para cada uno de nosotros. Nunca florecerá dos veces, la misma flor. Afánense en sacarle toda su esencia.

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