martes, 4 de agosto de 2015

OBRAS


Preguntó Woody Allen, haciendo gala de su habitual ingenio y humor, en una visita a la capital del reino, ya hará unos años, que si el Alcalde había encontrado el tesoro, al percatarse de la gran cantidad de excavaciones en nuestra ciudad.
¿Que diría si viera Madrid ahora? Pensaría, sin duda, que no es que todavía no lo haya encontrado , sino que su afán por dar con él se ha multiplicado por mil.
 
Lo de las mejoras está bien, pero mire usté, señor al que corresponda, no todas a la vez, porque si lo que pretende es mermar la población en un cincuenta por ciento a base de estrés por los atascos que ocasionan las dichosas obras, lo va a conseguir. Por consiguiente, las generaciones futuras entre que serán menos y con todo renovado van a estar la mar de cómodas, eso sí, a las presentes nos hacen la vida imposible.
 
La M-30, Moncloa, Plaza Elíptica, Sol...Muchas de las entradas al Foro y arterias principales están sesgadas con grúas y operarios, con boquetes, taladradoras y hormigoneras. Y detrás de ellas los pobres mortales intentando acceder a sus lugares de trabajo, que ya cuesta de por sí en condiciones normales. Todos hacemos el mismo comentario mientras nos revolvemos en el sillón del coche o autobús: que seguro que el responsable del tinglao este no se come el tapón diario; que no tendrá que levantarse una hora antes para llegar a tiempo  a donde sea que cada cual tiene que llegar.
 
¿Qué mente enferma ha ideado esto?. ¿Qué interés lucrativo ha iniciado esta maquinaria infernal que nos cierra líneas de metro durante meses, y que no deja muchas alternativas puesto que al tomar otros caminos nos los topamos también cerrados?. Y el mismo volumen de coches en la mitad de vía no cabe en ecuación matemática alguna. Sólo la paciencia, virtud de santos, nos permitirá resistir estos tiempos de construcciones faraónicas, que no sé si traerán gloria a alguien en años venideros, pero que sin duda nos quita calidad y cantidad de vida en la actualidad.

 
Podríamos, o deberíamos amotinarnos, o mejor, declararnos en huelga todos a la vez, y sin nadie que aporte dinerito a las arcas del estado, a ver cómo se las apañan para seguir malgastando el dinero de los contribuyentes, en levantar pavimento y volver a poner. No somos conscientes del poder que tenemos, de lo que se puede conseguir con la voluntad conjunta. No somos conscientes, no. Y por ellos seguimos aguantando cada cual en su torre de marfil, sufriendo de manera aislada un problema común, sin consuelo más que el de los tontos, es decir, el mal de muchos, para que unos cuantos mandatarillos de mierda y sus primos los constructores, se enriquezcan a nuestra costa, a costa de nuestro sacrificio diario.
 
Mis palabras no servirán de nada. Lo sé. Seguiremos igual de resignados y ofreciendo madrugones para costear los próximos caprichos de presidentes y presidentas venideros.
No hay en nada mejor en lo que invertir el dinero. Preparémonos para lo que sea, porque en cuanto se den cuenta que han conseguido colarnos esto, seguirán con nuevas excusas de renovación urbanística. Antes fueron las calles, que si meter cables o tuberías, y viendo que aprendimos a caminar sorteando aceras abiertas, ahora prueban con algo más ambicioso. ¿Lo próximo qué será? Doy ideas: la Cibeles más cerca del Bernabeu, Neptuno, idem con el Calderón, las puertas de Alcalá más hacia el pueblo del cual lleva su nombre, y con ello cortamos el acceso por la N-II; los escalestrix que se quitaron, volver a ponerlos; hacer conexiones entre todas las estaciones de metro y cada una de las de tren; echen cuentas. Las posibilidades son infinitas, tan infinitas como la capacidad del hombre a permitir injusticias, ósea, casi tantas como obras hay en Madrid.
Aguantemos pues.

No hay comentarios:

Publicar un comentario